Resumen
En la estética del flâneur y el apogeo del arte, en la vida de los cafés y la ociosidad, en los nuevos salones de pintura y la poesía modernista de Baudelaire, en el carácter conmemorativo de lo público cuya inspiración era principalmente histórica, en todos estos rasgos, el filósofo y crítico alemán de la cultura, Walter Benjamin, y tal vez no sólo él, reconocería París como la capital intelectual del siglo XIX por excelencia. Un siglo más adelante, la Maison des Amis du Livre regentada por Adrienne Monnier se convertiría en uno de los lugares con mayor reclamo literario para todos aquellos lectores y escritores ávidos de novedad en la capital francesa y Adrienne Monnier llegaría a ser quien introdujera más tarde a Sylvia Beach en el complejo mundo editorial, ambas contemporáneas del propio Benjamin, amigas inseparables desde entonces y futuras competidoras.