Resumen
Japón es el único país real, con la excepción de Inglaterra y Holanda, que Jonathan Swift menciona en los imaginarios Viajes de Gulliver. Según el narrador, el emperador japonés había sellado, de hecho, una estrecha alianza con el rey de la gran isla de Luggnagg, desde donde Gulliver pudo emprender su viaje de regreso a Europa. La breve descripción de Japón tiene lugar entre las correcciones a la historia antigua y moderna que Swift, partidario de los antiguos, lleva a cabo en Glubbdubdrib —la isla de los hechiceros o magos— y el horrible descubrimiento de los struldbruggs —los inmortales de cuya existencia se duda en Japón—, al final de la tercera parte, y el viaje al país de los houyhnhnms que Swift cuenta en la cuarta y última parte, e incluye una controversia religiosa propia de la época (la veneración o el sacrilegio del crucifijo), que tiene todo el valor de un shibboleth.