Resumen
A diferencia de La Henriade, en la que la imitación de Virgilio corre parejas con la defensa de la convivencia religiosa y la admiración por la figura del monarca que rige el destino de su pueblo —una admiración de la que Voltaire no renegaría nunca y de la que trataría de apropiarse para sí mismo cuando se convirtiera en señor de Ferney—, La Doncella de Orléans es completamente irreverente: nada se salva del propósito burlesco del autor: ni la Iglesia, ni el Estado, ni la condición humana, ni la celestial, ni la historia de Francia, en una obra escrita en el exilio y en la ciudad más puritana de Europa.