Resumen
El valor de la existencia en general, y el papel que el ser humano desempeña en su interior o en su desarrollo, tienen un lugar privilegiado en el ámbito literario francés del siglo XX. El vacío y la desolación de la posguerra marcaron el contenido existencial de ciertas obras con el postulado de que es el propio ser humano quien construye el significado y da forma a la esencia de su vida. Georges Perec nos ofrece una alegoría en prosa —casi un comentario de texto sobre la cita de Kafka con la que empieza el libro sobre el pecado, el dolor, la esperanza y el camino verdadero— que expresa sentimientos o sensaciones crudos y cotidianos como la soledad, el absurdo, el quietismo existencial o el hastiado desencuentro con el destino humano.