Resumen
En algunos sectores “aplicados” de la Filosofía, como en la Lógica matemática, desde hace algún tiempo es posible – e imperioso – exigir exactitud y rigor. El formalismo introducido por Hilbert a finales del XIX, de hecho, ha dotado a las disciplinas matemáticas de una sistematización simbólica estable, privada de la ambigüedad de intervenciones intuitivas y susceptible de un riguroso análisis epistemológico. Consecuencia de ello han sido los admirables – y asombrosos – resultados de la Lógica moderna, encabezados por las demostraciones de Gödel.