Resumen
La dinamita que Kerouac interpone entre «ficción» y «realidad » responde, exclusivamente, a un deseo que se halla inscrito a lo largo de la historia de la literatura norteamericana. Desde Jefferson, Emerson y Whitman, hay una necesidad de renovar, por no decir destruir, a toda una herencia de la cultura occidental.
El mecanismo del vértigo comienza en el desplazamiento de las normas culturales: Kerouac abandona Columbia, rechaza los valores dominantes, las convenciones del mundo, lo institucionalizado: «A la mierda los rusos, a la mierda los americanos, a la mierda todos. Voy a vivir haciendo el vago mi manera, eso es lo que voy a hacer». Opta por acercarse a la realidad, a la sangre de la tierra de su gente. Su condición responde a la camaradería whitmaniana.