Resumen
George Herbert Palmer nació en Boston, Massachusetts, el 9 de marzo de 1842. Entró en Harvard a los dieciocho años y se graduó en 1864. Tras un año como docente en el Salem High School, Palmer decidió dedicar su vida a la enseñanza de la filosofía y de las humanidades.
Maestro de Santayana, Palmer supo convertir el ideal de la enseñanza en la conducta de la vida, una tarea retrospectivamente afín a la filosofía socrática más que a los diálogos platónicos y a la esencia del escolar americano de Emerson que dejaban abiertas todas las puertas a la posteridad.
Palmer imprimió en sus clases su apreciación sincera por la literatura y por los clásicos y, como se lee en El maestro ideal, dispondría de una retórica elaborada. Sus lecciones “constituían parcelas de pensamiento bien ordenadas, con una claridad y excelencia pedagógicas que a menudo tenían el paradójico efecto de ocultar su profundidad real. La claridad, sin embargo, era para él una obligación, el primer punto de honor en la relación de maestro y alumno”. Palmer enseñaría que la vida del aula no solo ocurre entre cuatro paredes, independientemente de la cantidad de alumnos que albergue, sino que la docencia es una experiencia completa y el maestro, quien aspiraría a convertir su profesión en un ideal —“un maestro debe tener cierta aptitud para la vicariedad; en segundo lugar, una riqueza ya acumulada; en tercer lugar, la habilidad para revigorizar la vida a través del conocimiento y, por último, la disposición a ser olvidado”—, ha de ser capaz de manejarse en todos los niveles de una existencia compartida.