Resumen
Define Jorge Luis Marzo el barroco como un ejercicio de prestidigitación, como la inoculación de una memoria basada en la confusión, en la abstracción y el claroscuro. Aunque en la introducción afirme, con palabras de Todorov, que le interesa más el presente que el pasado, lo cierto es que el estudio que nos trae es lo suficientemente riguroso y documentado como para que en ocasiones nos sea dado dudarlo, sobre todo al convertirse en ciertos puntos el libro en un laberinto de citas, fuentes y documentos extraídos de aquí y allá para fortalecer sus argumentos.
El claroscuro barroco, sumido en violencia, sentimiento y contradicción —una contradicción tan española que para Unamuno será rasgo identitario—, muestra el enfrentamiento entre la cultura y la educación, que lo es entre tradición y progreso.