Resumen
No son muchas las ocasiones en las que el destino depara a los lectores la posibilidad de conocer de primera mano el proceso creativo que guía a un novelista en el desarrollo de una novela. Tampoco es muy frecuente que un autor dé rienda suelta a los recuerdos que atesora de otro escritor sin caer en un texto laudatorio repleto de lugares comunes y frases huecas. Podremos, sin duda, encontrar ejemplos de ambos casos en la literatura europea, pero que estos dos ingredientes se encuentren equilibrados bajo un mismo título y que los escritores implicados sean de la talla de Ford Madox Ford y Joseph Conrad no puede considerarse más que un extraordinario regalo tanto para los lectores como para los críticos.