Resumen
Un nuevo fantasma recorre Europa y el mundo civilizado, el marxismo, pero esta vez llevado andas, en forma de cadáver. No es ninguna novedad. Ya desde su origen fue blanco de todas las críticas del poder burgués, a través de su prensa política, y de su ciencia, economía, sociología y, por ende, filosofía. Las estrategias tampoco han variado: la descalificación burda, por parte de los economistas vulgares, o de liberales al acecho de toda forma de totalitarismo, a la manera de Popper o Hayeck, el uso inconfesado y despolitizado, por parte de la sociología seria del XIX, como en el caso de Durkheim, o incluso el referente inconfeso de toda una obra y vida, como el caso de M. Weber, quien pretendió, y sin duda consiguió, erguirse en el Marx del pensamiento burgués, pero eso sí, sin ese reconocimiento expreso que, entre otras cosas, se habría contradicho con la “neutralidad” científica.