DOS LECTORES DE PROUST
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Palabras clave

Proust
Barthes
Fallois

Cómo citar

Lastra, A. (2023). DOS LECTORES DE PROUST. La Torre Del Virrey, (33, 2023/1), 15-18. Recuperado a partir de https://revista.latorredelvirrey.es/LTV/article/view/1408

Resumen

“Personne n’y comprit rien.” Nadie comprendió nada, observa Marcel, el Narrador homónimo del autor de À la Recherche du temps perdu (A la busca o En busca del tiempo perdido, 1913-1927), cuando les muestra, tras las revelaciones sucesivas sobre el sentido de la vida vivida como literatura, algunos esbozos de su libro a unos lectores imaginarios que muy pronto se convertirían en los primeros lectores reales de Proust, aunque unos y otros parecieran por igual incapaces de darse cuenta de que cada una de las cosas que ese libro les descubría era un mundo, de que el escritor de un libro como el suyo tendría que crearlo efectivamente como un mundo: incluso los más favorables, añadía con perplejidad el Narrador, se empeñaban en atisbar por el microscopio en lugar de servirse del telescopio, deteniéndose en los detalles donde había que buscar las grandes leyes que se cumplen a nuestro alrededor. Si, como Proust pretendía, leer su libro debía ser para los lectores una lectura (o, mejor dicho, como veremos, una traducción, no necesariamente literaria por otra parte, e incluso una creación equivalente) de sí mismos y de su propio libro interior —comparándose para ello con el óptico de Combray, que iba ajustando las lentes a las deficiencias de la visión, en otra más de las muchas muestras de la cultura visual, de la pintura a la fotografía, de una obra que advierte proféticamente de la diferencia que iba a suponer para la literatura su sustitución por la “visión” o el film cinematográficos—, una ceguera involuntaria los aquejaría a casi todos desde el principio.

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