Resumen
No se puede dudar hoy, a la vista de una crisis de identidad que se proyecta sobre Europa desde las instancias económicas, de la vigencia y de la oportunidad de un pensamiento que hace ya un cuarto de siglo rubricaba estas advertencias sobre la fragilidad inherente a los actuales Estados democráticos: “Cuando crece la inseguridad de los individuos, como consecuencia de una crisis económica…; cuando el conflicto entre las clases y los grupos se agudiza…; cuando el poder parece caer en el plano de lo real y aparece como alguna cosa particular al servicio de los intereses y de los apetitos de vulgares ambiciosos, para decirlo brevemente: cuando se muestra dentro de la sociedad, y al mismo tiempo ésta aparece fragmentada, entonces se desarrolla el fantasma del pueblo-uno”.