Resumen
Max Weber advirtió cómo el fino velo del afán de riquezas, que apenas disimulaba una forma de vida ascética que contribuyó a producir el orden económico y social moderno, se trocó en un férreo estuche vacío de espíritu y se preguntó qué lo ocuparía en el futuro. Hoy, transcurrido ya más de un siglo, la imagen posee plena vigencia. Parece que el estuche sigue vacío: desde entonces las formas y los estilos de vida se han ido sucediendo en nuestra pequeña parcela de Occidente con una creciente velocidad que se ha convertido en signo del fetiche de lo nuevo, pero parece también que por su insustancialidad no han sido capaces de descerrajar ese férreo estuche que ahoga una levedad casi carente de espíritu. Más bien, como Weber temía, ha sucedido lo contrario; este se ha reforzado.