Resumen
Conocemos la primera fotografía y la primera película. Pero no la primera pintura. Esto es, hemos visto, estudiado, conservado y reflexionado sobre la primera fotografía y la primera película, así como sobre la primera viñeta, haciendo de esas manifestaciones técnicas y lingüísticas objetos de aprecio universal, tótems culturales. Su valor, inmenso, excede la posible situación inaugural de un medio: son miliarios históricos, recordándonos que en ese instante todo cambió. Con la virtud añadida de que congelaron dicho instante. Señales icónicas del tiempo, consiguen que tanto la Fotografía como el Cine sostengan una relación antropológica con nosotros equivalente a la que puedan sentir aquellas personas que recuerdan el origen de la radio, de la televisión o de la informática. Con la diferencia, apuntada, de que una imagen, única, atestigua el principio, a pesar de que no lo hayamos vivido.