Resumen
Françoise Schwab, editor de este título, menciona la relación entre música y filosofía por medio de la respiración. El hiato por el que enlaza una con otra le sirve para aliviarse de la hegemonía de lo que llama palabra didáctica. Por eso habla de la respiración del filósofo. La música misma respira por medio de elocuentes silencios que estallan en el oído del que la escucha y que sirven para que el discurso musical tenga continuidad. Silencios que trabajan como el demiurgo que permite la confluencia de los contrarios. Ese es, también, el papel que Jankélévitch atribuye a Liszt.