Resumen
Hace unos días que ha terminado la segunda convocatoria de la Evaluación de Bachillerato para el Acceso a la Universidad —la primera suscitó, como las oposiciones al cuerpo de profesores de enseñanza secundaria, cierto revuelo social por la insuficiencia demostrada por los aspirantes— y el alegre mundo de la educación se habrá tomado en seguida dos meses de vacaciones, invirtiendo así la lógica misma de la escuela, una palabra que, en casi todas las lenguas cultas, conserva la raíz griega de σχολή y se refiere en realidad al ocio, al tiempo libre que los estudiantes —libres de todas las necesidades y apremios del mundo que no es el mundo de la educación— pasan estudiando. De todas las inversiones de la lógica de la escuela, la que ha convertido el bachillerato en una academia de preparación de exámenes es, con cierta perspectiva, la más grave.