Resumen
El pensamiento ilustrado alteró en gran medida las condiciones económicas y sociales de los siglos XVI y XVII y fue igualmente alterado por ellas. El producto de ese emparejamiento dialéctico fue el utilitarismo filosófico, esto es, el análisis de la existencia en términos de “hechos”. Según The Penguin Dictionary of Philosophy, una teoría moral de acuerdo con la cual una acción está bien si y solo si está de acuerdo con el principio de utilidad. De hecho, esta definición proviene de la obra de Bentham Introduction to the Principles of Morals and Legislation (1789), en la cual considera que una acción está de acuerdo con el principio de utilidad si y solo si su ejecución produce más placer o felicidad, o evita más el dolor o la infelicidad, que cualquier otra alternativa. Las razones de esta conclusión son muchas, pero lo que predomina entre ellas es la preocupación por el análisis científico que el hombre ilustrado celebraba. Junto a este movimiento llegó también la tendencia en filosofía de comprender la naturaleza del hombre en términos de esfuerzo que fue después validada por las teorías científicas del momento. Es difícil decir si esta tendencia del pensamiento filosófico tuvo algún efecto en el nacimiento de la Revolución Industrial o si fue un resultado de esta, pero, no obstante, supuso una apología encubierta de los crímenes contra la humanidad cometidos durante ese período. Es en este contexto en el que dos de los grandes autores del siglo XIX, Zola y Dickens, trabajaron, en su esfuerzo por elaborar una base que fundamentara los derechos del hombre individual que es engullido por las fauces de este monstruo devorador, un monstruo que llegaba a todas las esquinas de la vida del hombre, como un pulpo, contra el que no se puede luchar por su ubicua invisibilidad.