Resumen
El origen de Meditaciones del Quijote de Ortega se encuentra en un ensayo sobre la novela en Pío Baroja. Su obra permite a Ortega establecer una radiografía de la cultura española de finales del siglo XIX y comienzos del XX. Baroja, al igual que Azorín, es “salvado” por Ortega al considerar el filósofo que estos literatos encarnan una nueva manera de ver las cosas (modi res considerandi), más allá del positivismo y el realismo. Si embargo, esa sensibilidad acabaría revelando su dimensión nihilista. De ahí que Ortega considere que los personajes barojianos, especialmente Andrés Hurtado, no logran trascender las circunstancias, no pudiendo realizar su proyecto vital.