Resumen
Así que comencemos otra vez: sé que al lector más impaciente, el que no gusta de caminar sino de llegar, puede agotar su paciencia con tanta demora, pero antes de indignarse debería calibrar el hecho fundante de este libro. “Lo ignoro”, responderá, lo que no puede ser de otro modo, pues libro y redactor también lo ignoran: pero hasta el más caótico tratado, si es del gusto del autor, puede tener un hecho fundador eviterno, esto es: con principio pero sin final, como la Muralla China; que sea, como Minerva, nacido de la cabeza y del instante, pero destinado a permanecer en la memoria de los hombres.