Resumen
Tras la muerte de Gilles Deleuze, Derrida escribía para Libération una pequeña esquela que llevaba por título ‘Il me faudra errer tout seul’. Tras años de relativo silencio respecto del trabajo deleuziano, declaraba una seria y cumplida adhesión al pensamiento del devenir. “Deleuze —sostenía Derrida en dicho texto— sigue siendo sin duda, a pesar de tantas diferencias, aquél de mi ‘generación’ del que siempre me sentí más cercano”, por lo que,a partir de ese momento, il me faudra errer tout seul. Las traducciones al español de esa necrológica no fueron muy acertadas, al menos las del encabezamiento.