Resumen
Este libro de Chesterton es lo que debería ser, al menos, cualquier libro de historia: una obra de pensamiento y un producto del arte de escribir. El lector puede discrepar de su interpretación, pero no dejará de disfrutar con ella, como si oyera de viva voz a su autor. En pocas ocasiones se experimenta esta sensación de familiaridad por la que parece que podamos casi tocar —o estrechar la mano— al hombre de letras: “Me atrevería a defender que el agradecimiento es la forma más elevada del pensamiento y que la gratitud es la felicidad amplificada por la sorpresa” (p. 71). Con todo, Chesterton ha sembrado de paradojas el camino de su relato, y deleitarse con paradojas resulta, al cabo, un don exclusivo de los más cándidos o de lo más sagaces.