Resumen
Los olímpicos de la literatura alemana comparten a pie de igualdad un lugar de excelencia en este Panteón de pretendientes. Goethe y Schiller son, como ya apuntara Marcel Brion, los Dióscuros en este olimpo donde sólo el veterano Zeus retrasará apenas un paso para recibir como Cástor (Goethe) la compañía de su amado Pólux (Schiller) en su paseo por el Elíseo de los Bienaventurados. En El canon occicdental Harold Bloom afirmará que el clasicismo apolíneo y contenido de Goethe le han enajenado el favor de la sensibilidad moderna, fébril y disipada. Por ventura, ¿ha comprendido mejor a Schiller?