Resumen
Al igual que la araña genera su tela, el filósofo gesta con frecuencia un “doble”, que más que explicarlo a modo de glosa, lo completa. En este sentido, Deleuze decía que la obra de Foucault no podía comprenderse sin su otra mitad, la de los Dits et ecrits. Y no es que esos escritos sean una simple aclaración de, por ejemplo, Vigilar y castigar o de La historia de la sexualidad, sino que son “la otra mitad” de su producción, con plena consistencia ontológica, como diría un metafísico.