Resumen
A partir de la adaptación cinematográfica que Orson Welles realiza de El proceso de Kafka opondremos el concepto renacentista y barroco del teatro de la memoria a la idea de un desquiciado escenario carente de coordenadas sobre el que emerge la modernidad. Este espacio desprovisto de norte, de arriba y abajo, como las cárceles de Piranesi o los mundos de Meyrink y Kubin, se presenta como una nueva teodramatización, si bien enajenada en la medida en que el individuo, lejos de encontrar en ella una vía de acceso a su identidad y a un modelo de realidad, se pierde en sus laberínticos subterráneos.