Resumen
Stanley Cavell se preguntaba en 1998, en plena rehabilitación del pragmatismo, cuál era la utilidad de considerar a Emerson un pragmatista. No tener en cuenta (o reprimir) la diferencia de Emerson sería negar, en opinión de Cavell, que la “nueva e inalcanzable América” emersoniana sigue siendo tan trascendentalista como pragmatista o que libra consigo misma una lucha que la mera política no puede zanjar o en la que, en el caso de que eludiéramos el trascendentalismo —aunque sólo fuera para señalar de una manera sencilla la diferencia: Emerson solía decir que no hay trascendentalistas—, cualquier disciplina científica podría intervenir mucho mejor que la filosofía. ¿Qué se pierde si se pierde la voz de Emerson?