Resumen
Es posible que sartre escuchase a Koyré, en los años treinta, clamar contra los diltheyanos que tras la obra buscaban al hombre. Es seguro que después tuvo que aguantar una monserga similar de parte de los estructuralistas. se desquitó como pudo. saludó la aparición de Las palabras y las cosas de Foucault con un despecho que casi parece un piropo: “Un positivista desesperado”. Antes de la espectacular liturgia con que el mundo le despidió, pasó dos décadas en que se puso en duda su solidez como filósofo y como narrador, aunque nunca se vio abandonado por la pasión de conocer a los hombres, hasta el Flaubert, quizás la obra más inactual de todo el siglo XX, destinada desde su misma concepción a no ser leída por casi nadie.