Resumen
Vivimos tiempos extraños. Si miramos a nuestro alrededor caeremos en la cuenta de la frivolidad constante a la que el sometido el consumidor y el lector de toda índole; y experimentaremos, a su vez, un hecho que adquiere la constitución, la función y el papel de consumado: la autoridad moral y las autoridades en los diferentes ámbitos del saber no tienen espacio para desarrollar su visión de las cosas. Es más, en la mayoría de programas, televisivos o no, las voces más preparadas son silenciadas y se equiparan a otras voces que hacen del mal gusto y del ridículo su carta de presentación, pero es este ethos —y aquí está la gravedad del asunto— el que emerge para analizar y hacer públicos problemas tan complejos y serios como la inmigración, el racismo o, simplemente, la convivencia en los centros educativos.