Resumen
Balzac nos advierte acerca de la relación del funcionario, un tipo administrativo inexplicablemente desencantado, con el capitalismo, sencillamente la creencia en el dinero o en el poder del dinero por encima del resto de cosas, considerada como la cuestión estética esencial que representa el ideal de nuestra sociedad moderna. No es una casualidad que Balzac haya sugerido que la injusticia y la impiedad son los rasgos principales del Estado, teniendo en cuenta que el Estado es, precisamente, “todo el mundo” para él; una acusación que puede interpretarse, sin temor a equivocarnos, como una reivindicación de Sócrates, de manera implícita, frente a la declinación y ulterior caída de Atenas, del Estado supuestamente democrático por excelencia y por antonomasia.