Resumen
Son muchos los llamados y pocos los elegidos. Al menos eso afirmó san Mateo. También entre los historiadores son muchos los que escriben —o han escrito— libros soñando que su esfuerzo ha de ser coronado por el éxito (y no importa que ese ansiado éxito se manifieste en forma de ventas o en la más corriente de prestigio, es decir, de incremento de visibilidad positiva en la esfera pública, particularmente entre sus colegas) y bastante pocos los que realmente llegan —o han llegado— a hacerse un nombre y sobresalir entre la ingente multitud que habita el superpoblado mundo de los estudios históricos. Pues bien, Peter Burke es uno de esos elegidos.