EDWARD O. WILSON, Los orígenes de la creatividad humana
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Palabras clave

Reseña
Sociobiología
Biología evolutiva

Cómo citar

Fernández Díez, A. (2020). EDWARD O. WILSON, Los orígenes de la creatividad humana. La Torre Del Virrey, 1(27, 2020/1), 345-347. Recuperado a partir de https://revista.latorredelvirrey.es/LTV/article/view/68

Resumen

Edward O. Wilson, Los orígenes de la creatividad humana, trad. de Joandomènec Ros, Crítica, Barcelona, 2018, ISBN: 978-84-9199-000-0.

Los orígenes de la creatividad humana (Theorigins of creativity) es un libro de divulgación científica en el que Edward O. Wilson, padre de la sociobiología y catedrático de biología en la universidad de Harvard, trata de replantear un problema clásico aparentemente irresoluble que en realidad confirma un viejo anhelo romántico: el ideal de la pluralidad o de la variedad en la unidad. En otras palabras, la referencia a un origen común más allá de la experiencia conocida implica que la evolución de las especies no es autorreferencial, sino en todo caso múltiple e interdependiente. Pero lo relevante es que no conocemos el significado, que no conviene confundir con la búsqueda de la causa última que Wilson describe como “darwinista” (p. 52), solo sabemos que lo que somos está determinado por el pasado o, más bien, por el paso irreversible del tiempo. Con la perspectiva de la biología evolutiva que Wilson representa en grado sumo y con incuestionable prestigio, la pregunta más importante de las humanidades hace referencia, efectivamente, a su origen o su nacimiento: “¿por qué hay humanos, para empezar?” Precisamente en la creatividad, que Wilson considera la pauta de la biología evolutiva o de la evolución de las especies, y que define como la “búsqueda innata de la originalidad”, convergen la ciencia y las humanidades. Con la perspectiva de las humanidades, la originalidad se vuelve, sin embargo, inalcanzable y, por tanto, la búsqueda es, afortunadamente, interminable. Efectivamente, conocernos a nosotros mismos no nos haría más humanos. La humanidad aspira permanentemente o debe aspirar en cierto modo a un conocimiento superior que el conocimiento humano. El filósofo, no el científico, aún con fibras susceptibles de aspirar a la unificación del conocimiento o de tratar con la filosofía como conocimiento universal debe estar dispuesto, en mi opinión, a reconocer en las ideas, eternas, sin contexto, “lo desconocido fundamental” que aún busca (la referencia a un contexto ideal para las ideas podría ser, por decirlo así, la forma en la que las ideas existen o se presentan). Por tanto, recuperar la filosofía original o primera, o una filosofía verdadera, equivaldría para Wilson a entender la filosofía como el centro, nada más lejos de la historia, tanto de una “ciencia humanística” como de unas “humanidades científicas”.

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